martes, 7 de agosto de 2012

MIRADA INTERIOR Daños colaterales electorales La renuncia de John Ackerman Por: Isaías Alanís




El panorama en México no ha cambiado. Los tres partidos poderosos se desintegran y se desvanecen a uno y otro lado. Consolidando una nueva era de trapecistas que triangulan de la izquierda a la derecha y de ésta al centro izquierda sin alterarse ni sufrir cuarteaduras. Sin duda es un fenómeno que será estudiado por sociólogos en el futuro, en el presente, sólo ha servido para consolidar grupos, personas y a diletantes de la política que por un accidente  circunstancial llegan a posiciones que nunca imaginaron. Esta travesura histórica de alto costo para el país, ha cobrado víctimas, entre estos, a intelectuales y comunicadores.

Pues mientras se siguen los lineamientos para validar el triunfo de EPN, esa lucha sorda y estéril porque los amafiados, comenzando por el TRIFE, IFE y el máximo tribunal de la federación así lo han cumplimentado; las protestas y patadas de ahogado de MORENA, el movimiento  #Yo soy 132  y las organizaciones que se han sumado a esta utopía nacional, no servirá para cubrir la deuda histórica con la nación por lo fraudulento y viciado de las elecciones del 1º de julio.
Los mexicanos no entienden que mientras este estado de cosas se mantenga, los mineros del estado totalmente Moreira, seguirán muriendo como conejos por las explosiones de gas y el desplome de miles de toneladas en sus cuerpos. Ni la federación, ni las compañías mineras han hecho algo sustantivo para frenar este ola de accidentes fatales, que en buen castellano es un genocidio por omisión tanto de los patrones como de las instancias gubernamentales que norman la extracción de carbón del sub suelo nacional.

En tanto ya se coció el arroz para que EPN, tome posesión del cargo, sea esta ceremonia “oficial”, en la cámara de diputados, en la sede del tribunal Superior de Justicia, en las instalaciones de televisa, en la casa de un magistrado, o en la pulquería “Los curados en salud”, ubicada en el centro de Tlalpan, según lo ha documentado un experto legislador panista,  en el medallero electoral faccioso y fraudulento, no hay quien le gane al PRIAN en esta justa injusta nada olímpica y cotidiana en todos los segmentos electivos de nuestro país y a la cual se prestan los partidos políticos y sus camarillas chapulineras, pues de la noche a la mañana pasan de senadores a diputados, a gobernadores o a secretarios de estado con la misma facilidad con la que una edecán se cambia el look para el debate y es mostrada al desnudo en una conocida revista supuestamente para caballeros. Puta que cursilería.

Así de facilito lo es todo, nada de cargos contra Luis Videgaray por la triangulación de dineros oscuros para la campaña, ni para los gobernadores voladores del PRI detenidos con maletas de dinero (recuérdese ¿cual era el verdadero destino de los millones de dólares encontrados en la casa de Seng Li Yegon?). ¿Quién manejó las tarjetas de prepago de Soriana y el flujo de dinero a través de Monex y de donantes secretos a cuenta de favores especiales?  Y como en este proceso blindado por los medios electrónicos justamente dedicados a transmitir la frustrante actuación de los deportistas mexicanos, destacándose clavadistas y arqueros, y la sorpresa, la chafa selección mexicana de soccer, va por la de oro; ordalía mediática desviadora  para tapar los hoyos sobre las violaciones electorales que en cualquier país hubieran cancelado el proceso electoral del 1º de julio. Los dueños de los medios, coludidos con la “nueva gente del poder”, han dictado la mordaza a comunicadores en México, tendiendo una tela de araña de silencio sobre las voces que intentan suprimir la mentira por la verdad. El caso del prestigiado académico y especialista en leyes electorales, John Ackerman, es aleccionador, por lo que les daré a conocer fragmentos de la carta abierta que Ackerman hace al presidente de MVS Comunicaciones el 31 de julio pasado.

“Estimado señor Joaquín Vargas, cuando en su momento recibí la invitación de MVS, por parte del titular de la Segunda Emisión el señor Luis Cárdenas, para incorporarme al equipo de comentaristas de su empresa acepté con mucho gusto y me sentí honrado por tener la oportunidad de colaborar en un medio tan distinguido y plural. Hoy, sin embargo, con la misma convicción con la cual acepté su invitación, me veo obligado a renunciar para no ser cómplice del silencio y la manipulación mediática promovida por el equipo de Enrique Peña Nieto.
Al solicitar las explicaciones correspondientes, siempre he recibido evasivas y respuestas inverosímiles. El Vicepresidente de Relaciones Institucionales y Comunicación Corporativa de MVS, el señor Felipe Chao, me ha informado que “no existe ningún asunto oculto de nada” y que la falta de transmisión de mis comentarios se debe a “una cuestión exclusivamente de tiempos”.
¿Por qué inmediatamente después de la celebración de la elección presidencial MVS sorpresivamente decide suspender las colaboraciones de alguien como un servidor, cuya especialidad es precisamente el derecho electoral y quien recientemente publicó un extenso estudio sobre los criterios de nulidad de elección del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación?
Lo más lamentable de toda esta situación,  he llegado a descubrir que la suspensión de la transmisión de mis colaboraciones no fue una decisión unilateral por parte de la empresa que usted preside para “quedar bien” con quien ya se ostenta como “presidente-electo”, sino una obediente respuesta a una solicitud explícita formulada por personas cercanas al equipo de Peña Nieto.
Luis Cárdenas ha ofrecido seguir pagándome por mis “colaboraciones” aun cuando estas no salgan al aire, pero eso equivale a vender mi silencio y ello es algo que simplemente no entra en los principios éticos que rigen la conducta de un servidor. Por ello, de manera irrevocable le presento mi renuncia…”.
La renuncia de Ackerman ¿es un daño colateral o un ejemplo de lo que realmente esta pasando en México? ¿Se asoma el minotauro del autoritarismo? No apagué el televisor y olímpicamente destape otra corona.