Hace tres años, el sábado 28 de agosto de 2010, del aeropuerto internacional de la Ciudad de México salió el vuelo 880 de Mexicana de Aviación con rumbo a Montreal, Canadá.
Con horario de 14:25 horas y 150 pasajeros a bordo –más la tripulación--, éste fue el último vuelo de Mexicana de Aviación que, con esa fecha, suspendía operaciones indefinidamente. Han pasado tres años de incertidumbre, tragedias, incluso suicidios y decesos entre esas 8 mil 500 familias cuyas cabezas se quedaron en el desempleo.
Para el mediodía de este miércoles, se ha convocado a los trabajadores de tierra y aire de Mexicana de Aviación a concentrarse en la sala B de la Terminal 1 del aeropuerto internacional de la capital del país.
El objetivo es marchar por el pasillo principal del inmueble en la reiterada demanda de reactivar actividades en esa línea área insignia de México, la empresa que fue botín de Gastón Azcárraga, el empresario vivales cuyas transas llevaron a miembros del Consejo de Administración del Grupo Posadas, a echarlo del Consejo.
En tres años, con la anuencia y complicidad de altos funcionarios del gobierno calderonista, especialmente en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, incluso la impertinencia dizque negociadora de Javier Lozano Alarcón, entonces secretario del Trabajo y Previsión Social, se ha operado para impedir que la empresa vuelva a operar.
Intereses económicos ligados a actores políticos han obstaculizado negociaciones para recuperar a Mexicana de Aviación como una empresa sana y generadora de empleos, amén de partícipe en la industria de la exportación.
Personajes como Gerardo Badín, se han beneficiado de la crisis de la aerolínea. Y éste es un caso particular, porque llama la atención sobremanera que el señor Badín, según trascendió hace dos años, se compró un departamento de súper lujo en la zona de Acapulco Diamante, a un costo de seis millones de dólares, e incluso organizó soberana fiesta para inaugurar esa propiedad que no podría haber adquirido con su salario de empleado del sector público.
De qué tamaño serán las irregularidades que se han encontrado en el proceder de todo ese equipazo integrado por instrucciones del entonces presidente Felipe Calderón, que la actual administración de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCyT) pidió remover a Badín del cargo de administrador y conciliados de Mexicana de Aviación.
Pero, algo se sigue moviendo en esos entretelones, porque la jueza rectora del concurso mercantil de Mexicana de Aviación, Edith Alarcón Meixueiro, simplemente rechazó la solicitud de la SCyT.
Es cierto que el ciudadano común ha dado como cierta la versión de que Mexicana de Aviación pasó a mejor vida, aunque no se ha declarado oficialmente su quiebra. Y es que tiene áreas laborando, como el famoso taller de mantenimiento MRO que sigue generando ganancias. Pero, ¿dónde están esas ganancias?
Además, hay otro organismo de cuyos directivos se sabe poco, pero que siguen cobrando jugosas quincenas. Se trata de la Fundación Mexicana de Aviación IAP, que operaba hasta hace tres años con aportaciones de nómina de prácticamente 80 por ciento de los trabajadores de tierra y aire de la aerolínea.
Con esos recursos se ayudaba a la atención médica de hijos de empleados de la empresa aérea. Cerrado el centro de trabajo no fluyó la aportación y, pese a que sobrecargos, pilotos y trabajadores de tierra manifestaron su interés por continuar con las aportaciones, los directivos lo rechazaron. La consecuencia es que hasta el momento han fallecido nueve niños.
Lo peor del caso es que, conforme lo anunció hace unos días Gerardo Badín, Mexicana de Aviación estaría en condiciones de reanudar parcialmente operaciones. Sí, pero lo que no dijo públicamente es que el grupo inversionista LDB que aparece como salvador de la aerolínea, ofrece liquidaciones marrulleras. Hay aeromozas que por diez años de trabajo recibirían algo así como cinco mil pesos.
Lo de Mexicana de Aviación, vale reiterarlo, fue un robo en despoblado, operado por un ladrón de cuello blanco, Gastón Azcárraga, que anda por la vida cabalgando en la impunidad. Y, bueno, hay otros vivales que, con la bendición presidencial de Felipe Calderón, hicieron el negocio al beneficiar a otras aerolíneas que, sin Mexicana en el aire, se han repartido el pastel. ¿Se hará justicia a las ocho mil 500 familias víctimas de la perversidad política asociada con la desmedida ambición empresarial? Hace tres años. Digo.