Ya pensaron los romanos en las pensiones y en el pienso. Fue un invento cuyos primeros beneficiarios fueron los soldados retirados, los veteranos. Pensiones las llamaban ya en aquellos tiempos. Claro que la palabra servía también para otras cosas como los alquileres, los impuestos, los intereses del capital, las pagas... porque se trata de un sustantivo derivado de los verbos pendo péndere (colgar) y pendeo pendere (estar colgado), con lo que pensiosignifica en rigor "acción de colgar (en una romana, para pesar)" o "el hecho de estar colgado algo o alguien". Esto es de cuando se podía llamar al dinero "el vil metal" y cuando el valor de la moneda lo marcaba no tanto lo que en ella estuviese escrito, como su peso. Era la moneda única para todo el mundo. La balanza (el peso; en diminutivo peseta) era lo que determinaba su valor. Y de la misma manera que "un metro (metron)" en rigor significa "una unidad de medida", también "un peso" (denominación de moneda que existió en casi todos los idiomas) significaba "una unidad de peso".
Antes de llegar a las pensiones (a pesarles lo que les pagaban), los soldados habían cobrado la participación en el botín, en forma de reparto de tierras, y los estipendios (stipendia), que en teoría era su participación en el estrujamiento sistematizado y regular de los pueblos que habían perdido la guerra con el pueblo romano; era elius belli (el derecho de guerra). El caso es que a todo soldado le llegaba la hora de convertirse en "clase pasiva" (depatior pateris = padecer), no sólo porque no era activa, sino porque a partir de ahí cambiaba los padecimientos de la guerra por los de la pensión. Hubo épocas de todo.
Pendo, pendere, pependi, pensum. La política de pensiones no puede ser otra que la de tener colgados a los pensionistas, pendientes del pienso que se les da por gracia, no por derecho; porque no hay más derecho que el que se es capaz de defender; y los viejos, inválidos, etc. por definición son incapaces de defenserse. Magni pendere decían los romanos cuando algo tenía mucha importancia; y parvi, minoris o nihil pendere, cuando algo tenía poca, menor o ninguna importancia. Y es evidente que las pensiones sólo les importan a los pensionistas.
A los políticos lo que les importan son los votos de los pensionistas, no sus pensiones. Hasta ahí podíamos llegar. Por eso, invariablemente, los políticos sólo se ocupan de las pensiones cuando necesitan los votos de los pensionistas. Y no necesariamente para bien. En ese momento es tan poco lo que les importan las pensiones, que les da lo mismo subirlas de tal modo, que el pago de la deuda generada, grave a los pensionistas y a los que con sus impuestos pagan las pensiones, más, bastante más de lo que se aumentan las pensiones. Pero ¿a quién le importa eso en plena campaña electoral? Esa es la triste condición del que pende y depende de otros.
Los pensionistas son un peso muerto que los políticos columpian según les conviene. Y lo que más le conviene a cada partido político es hacer creer a los pensionistas que si en vez de estar colgados del otro, están colgados de ellos, estarán menos colgados. El precio no importa. Es doctrina universalmente admitida que en campaña todo vale. Incluso lo que fuera de campaña no vale nada.