JULIO AYALA CARLOS |
En efecto, no sólo vasta
ser, sino parecer, y en este sentido, al gobernador del estado le falta
parecerlo.
Vivir en Casa Guerrero,
utilizar los vehículos blindados, incluido uno que otro helicóptero, y tener a
su servicio un ejército de empleados, quienes a todo le dicen que sí,
ciertamente no es suficiente.
Y es que gobernar un
estado como Guerrero no significa usar el presupuesto. Gobernar un estado,
incluso el más próspero, significa, dirigirlo.
Puede uno entender, que
por la sorpresa de sacarse la rifa del tigre, no tuvo tiempo de cortarse el
cabello, de comprarse un traje a su medida, y por supuesto, de pronunciar un
buen discurso en su toma de protesta; digo, puede entenderse el primer día…
Pero, ciertamente no puede
seguir así, aunque haya quien diga que la apariencia no es importante.
¡Por supuesto que sí! Y
porque al igual que su antecesor, Rogelio Ortega Martínez llega al gobierno en
medio de grandes expectativas. Y eso sin contar con que la inteligencia y la
capacidad se demuestran.
Casi 10 días han pasado
desde que el politólogo, académico, científico, y sabio, y no sé cuántas hierbas más le
adjudican quienes antes ni lo tomaban en cuenta, y ciertamente nada ha cambiado en el estado desde entonces.
Hay que decirlo. Los
alcaldes, los gobernadores, y el mismo presidente de la República, llegan a
ocupar esos cargos de dirección, porque quienes los eligen ven en ellos, además
de capacidad, inteligencia, profesión, responsabilidad y honestidad, entre
otras muchas cosas, liderazgo.
Es cierto. El liderazgo se
construye, pero también hay quienes lo traen consigo. Y en el caso que nos
ocupa, no lo vemos.
Así las cosas, cómo pueden
los guerrerenses confiar, o mejor dicho, seguir a quién no se le ve liderazgo?
Un claro ejemplo de ello es que los
normalistas de Ayotzinapa no lo toman, al igual que su antecesor, como un
interlocutor válido.
Quizá es muy pronto para
ver algunos resultados del gobernador, que, en efecto, se esperan de él grandes
expectativas, pero en descargo se puede decir que el tiempo apremia, y en
consecuencia no se tiene, ni un día, para echarse en la hamaca, ni mucho menos
para errores, y claro para actos de negligencia.
Yo creo que al gobernador
del estado, el nuevo, por aquello de que dicen que aún manda el anterior,
primero, debe caerle el 20 de que es el gobernador del estado, no sólo del PRD
o de quienes lo eligieron, sino de todos los guerrerenses, y en consecuencia,
se espera mucho de él.
Creo, y ésta es la
percepción de muchos, que a Don Rogelio Ortega Martínez le falta decisión,
obvio, sin caer en los excesos, como la renuncia que exige a todos los
trabajadores que no son de base en el gobierno.
Ah, y debe entender, y
darse cuenta, de que ya no es, por ahora, empleado del rector.
Y siguiendo con el tema,
sin duda que tiene razón el alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto, cuando
señala que si le va bien al gobernador del estado, Rogelio Ortega, “le irá bien
a Acapulco”.
El presidente municipal
del puerto señaló que “todos queremos que le vaya bien a Rogelio Ortega; si a
Rogelio Ortega le va bien, le va a ir bien a Guerrero, y si le va bien a
Guerrero, le va a ir bien a Acapulco y nos va a ir bien a todos los
guerrerenses”.
Cierto. Yo también quiero
que le vaya bien al nuevo gobernador, pero ya, porque el tiempo apremia. El
desmadre que dejó el anterior gobernador, debe resolverse. Urge limpiar la casa
y poner las cosas en orden.
Es todo. Espero seguir
mañana.
Julio651220@hotmail.com