"NO ME DUELEN LOS ACTOS DE LA GENTE MALA, ME DUELE LA INDIFERENCIA DE LA GENTE BUEN"
Martin Luther King
Como un día cualquiera,
Tonantzint Barrientos salió tempranito de su casa para realizar compras en el
mercado y hacer el almuerzo para sus tres pequeños y su padre Patricio, era un
lunes 13 de agosto alrededor de las siete de la mañana. Posteriormente, a las dos
de la tarde una voz de hombre comunica a un pariente suyo diciéndole que
Tonanzint estaba secuestrada y con prepotencia le pedían $350,000.00 por su
liberación, y que si no pagaba la devolverían en pedacitos… Y lo irónico de la
vida, cuando fuimos a ver a Patricio junto con otros compañeros ya por la
tarde, aún no habían almorzado, no había dinero ni para eso…
Fueron días y noches de
profunda zozobra, Patricio no sentía la falta de sueño ni sus malpasadas, le
pesaba la situación de su hija más pequeña, a quien quiso registrar de niña con
el nombre de Fé Tonantzint, pero por algún motivo el juez civil no le permitió.
El desenlace final salió en todos los diarios veinticuatro días después: “La
maestra Tonantzint Barrientos fue encontrada muerta a la orilla de un camino en
estado de descomposición y el resultado de la necropsia de ley arroja que fue
asfixiada”. Y este jueves la sepultamos por la tarde en el panteón viejo de
Atoyac de Alvarez, junto a su mamá.
Antes y después del
secuestro de Tonatzint, se dieron otros casos, jóvenes hijos de gente humilde
cuyos padres en un día cualquiera y de un minuto a otro se colocaron en el dilema de conseguir dinero a cambio de
la vida de su ser más querido; uno de ellos fue asesinado por la espalda ya que
su abuelita no pudo pagar el rescate. ¿Cuántos más??
Como luchador social auténtico,
nunca lucró ni traicionó a su gente y siempre se caracterizó por su sencillez y
humildad, por eso no es justo lo que le pasa. Sus propiedades no van más allá
de una pequeña y vieja huerta de café, y
su modesta casa que ha construido a lo largo de su vida. Hace poco tiempo
falleció su esposa de una enfermedad curable y ahora secuestran y asesinan a su
hija. Patricio tiene 78 años y junto con su hija habían planeado su vida
inmediata y mediata. Los nietos entrarían a la escuela en Atoyac, él trabajaría
fuertemente para levantar su huerta de café en el Plan de los Molinos, pondrían
una tiendita en la colonia donde viven e instalarían un tostador y molino de
café. En los tiempos libres, ella daría clases extras a alumnos con retraso
académico o bien algún cargo como maestra interina. Pero estos anhelos fueron
truncados, como fue trastocada también la vida de los niños y el padre que no
pudo siquiera dar un abrazo a su hija antes de irse para siempre…¿Que pasa en
este país? ¿A quien sirve toda esta situación de inseguridad generada? ¿Porque
va en aumento este tipo de delitos?
Quizá a muchos políticos y
funcionarios este tema no les interesa, con sus guardaespaldas y carros
blindados a lo mejor tienen asegurada su vida. Pero es necesario cerrar filas
ante esta situación, comenzando por lo más elemental, la solidaridad de los
distintos niveles de gobierno con los agraviados. ¿Quién les reparará el
profundo daño causado? Daño psicológico, físico, material, económico, moral,
todo lo cual en varios casos genera el agravar viejos males y como una reacción
en cadena conduce a la muerte por el sufrimiento causado. De que “partida presupuestal” subsanarán las
familias pobres y humilladas los daños causados por estos lastres sociales?
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EN TUS
MANOS ESTA LA DECISIÓN Y NO HAY TIEMPO QUE PERDER.
Medita esta frase de un
famoso poeta:
"Primero se llevaron a los negros, pero a mí no me
importó porque yo no lo era.
Enseguida se
llevaron a los judíos, pero a mí no me importó, porque yo tampoco lo era.
Después
detuvieron a los curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó.
Luego
apresaron a unos comunistas, pero como yo no soy comunista, tampoco me importó. Ahora me
llevan a mí pero ya es tarde..." -Bertold Brecht-
Nota.-
Durante el sepelio, Patricio me pidió agradecerle a su nombre a la gente que
asistió, pero no pude, las únicas palabras que me salieron fueron las que
titulan este artículo, mismo que en ese instante lo comencé a escribir en voz
baja.