El
sexto y último informe de gobierno del presidente Felipe Calderón parece
relacionarse poderosa y terriblemente con el viejo mito de la caverna: Un grupo
de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el
cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del
fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se
encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía
respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al
exterior. Por el pasillo del muro circulan hombres portando todo tipo de
objetos cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en
la pared que los prisioneros pueden ver. Estos hombres encadenados consideran
como verdad las sombras de los objetos. Debido a las circunstancias de su
prisión se hallan condenados a tomar únicamente por ciertas todas y cada una de
las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus
espaldas.
Seria
Platón el que crearía semejante alegoría para mostrar a sus alumnos lo engañoso
que resulta el aprendizaje basado en nuestros sentidos, ignorando nuestra razón.
Y sin embargo el filósofo griego se nos presenta casi como un teórico de la
comunicación de masas, más actual que nunca, pues mas de veinte siglos después
de haber elaborado esta alegoría, la sociedad sigue observando siluetas,
encadenados e incapaces de poder juzgar por medio del razonamiento, el mundo
que nuestros ojos contemplan. Hoy, las siluetas son transmitidas a través de
costosas pantallas de plasma en alta definición y las cadenas son la
alienación y el apatismo generado por
una decadente civilización del espectáculo, pero el objetivo no cambia, tratar
de vendernos una realidad que existe solamente dentro de nuestras cabezas.
El
gobierno nos habla de una democracia ejemplar mientras todas las elecciones
terminan por ser impugnadas por la falta
de confianza de los partidos en la validez de los resultados. Nos habla de
sistemas de salud universales y la gente se muere de dengue y demás
enfermedades que solo se observan en países de tercer mundo. Nos lanzan una
avalancha de estadísticas sobre generación de empleo, pero todavía observamos
nuestras banquetas transmutadas en verdaderas plazas comerciales, gente volcada
a la economía informal. Nos cuenta una épica historia acerca de una guerra que
tenia pelearse para salvaguardar el bienestar de los personajes, pero todo lo
que observamos con nuestros ojos y nuestra lógica es una nación poseída por el
miedo.