Moisés Sánchez Limón |
Sin envolverse en el lábaro patrio y despojado de eufemismos, Manlio Fabio Beltrones dio vuelta a la hoja de aquellos atavismos y patrioterismos harto conocidos respecto de la soberanía nacional en la industria petrolera mexicana.
La postura priista y de la izquierda recurrentemente ha sido reacia a aceptar la inversión y/o participación de capital privado en Pemex, sea éste nacional o extranjero, aunque en los hechos ello ocurre desde la época del boom petrolero en la década de los 70.
Solo para refrescar la memoria. En aquellos días el entonces presidente José López Portillo llamó a los mexicanos a prepararnos para administrar la abundancia.
Y es que México salía de ser un país importador de petróleo y se convertía en exportador situado en el pool de las naciones ricas en hidrocarburos y, por antonomasia, en dinero derivado de esas ventas millonarias, como debiera ser en la balanza con gobiernos honestos y bien administrados.
Pero no había suficientes técnicos ni empresas nacionales para atender a la boyante industria de los hidrocarburos. Y por vía de las subcontrataciones arribaron empresas extranjeras, con capital extranjero, por ende, para participar en el sector tanto en materia de prospección, exploración, explotación y comercialización.
Por supuesto la antonomasia de riqueza petrolera-riqueza monetaria no ocurrió en esos días en que don Pepe López Portillo, su familia y sus cuates en el gabinete dejaron las arcas federales vacías, el 1 de diciembre de 1982, a su sucesor Miguel de la Madrid Hurtado.
Pero, bueno, estábamos en la dicho por Beltrones, este jueves en el Palacio Legislativo de San Lázaro, en una entrevista con los colegas de la fuente camaral, en torno de una declaración del presidente electo, Enrique Peña Nieto, relacionada con la modernización de Petróleos Mexicanos, éste sí un eufemismo para evitar decir privatización.
Lo manifestado por el sonorense, ex presidente de las mesas directivas del Senado y de la Cámara de Diputados, se significa una respuesta a las corrientes de recalcitrante chauvinismo. Y da pauta a considerar seriamente una reforma energética en vías de concretarse para legalizar lo ilegal en Petróleos Mexicanos, algo similar a lo ocurrido con la reforma agraria que posibilitó, en tiempos del salinismo, legalizar la venta y renta del ejido.
“Hay que echar al bote de la basura los viejos tabúes y dogmas que no nos han permitido reconocer que somos necesarios unos y otros: el gobierno y la iniciativa privada”, puntualizó Beltrones.
Y es que Manlio se dijo convencido de que es tiempo de buscar, sin ceder “de ninguna manera una gota de propiedad de petróleo”, la forma en que Pemex, el gobierno federal y la iniciativa privada pueden combinar su esfuerzo para que México crezca.
Al coordinador de los diputados federales del PRI se le requirió opinar en torno de la declaración de Peña Nieto, hecha en la víspera en Brasil, país que ha tenido éxito en la participación de inversión privada en la explotación de sus yacimientos de crudo, especialmente en aguas profundas.
En México ya hubo éxito en una de esas exploraciones en aguas profundas. El pasado 29 de agosto, el presidente Calderón anunció eufórico que Pemex había descubierto un importante yacimiento, rico en reservas de crudo ligero, en aguas profundas del Golfo de México, frente a las costas de Tamaulipas.
Sin restar méritos a los trabajadores de Pemex, en esa tarea de exploración participaron técnicos y trabajadores extranjeros subcontratados. Esto no es nada nuevo, el propio sindicato petrolero tiene entre los beneficios contractuales la posibilidad de subcontratar servicios. Y nadie se ha desgarrado las vestimentas por esta participación de empresas extranjeras y privadas mexicanas en exploración y explotación de yacimientos de crudo.
Lo de la comercialización es letra separada, pero en su esquema igualmente hay injerencia de promotores extranjeros; cuestión de echarse un clavado a documentos públicos de la paraestatal para corroborar el dicho. El punto es que nada ha ocurrido por aquello de la soberanía y todos esos etcéteras chauvinistas que se invocan en la explotación petrolera mexicana.
Entonces, en buen romance, una libre interpretación de lo dicho por Manlio Fabio Beltrones se orienta a enfatizar: para qué tanto brinco, estando el suelo tan parejo. La industria petrolera, como otros sectores requieren de inversiones, de capital fresco doméstico y externo.
La enorme deuda que arrastra Pemex no habría llegado al nivel que tiene, si transparentara su esquema de trabajo. Hay inversión española en la industria turística mexicana y no por ello somos menos mexicanos.
Guardadas las distancias, por supuesto, abrir Pemex a la iniciativa privada de manera transparente, ajustada al precepto constitucional que delega la potestad de la riqueza natural existente en el territorio y subsuelo nacional, al Estado mexicano, implicará una industria petrolera más sana y pujante, con más empleos.
¡Claro!, el tema sindical que monopoliza al empleo en Pemex está en vías de resolverse con la reforma laboral, así sea encorchetándolo pero con la tendencia a concluir cacicazgos gremiales, porque uno de los lastres de Petróleos Mexicanos.
Tiene razón Manlio Fabio Beltrones: “(…) es tiempo de buscar, sin ceder de ninguna manera una gota de propiedad de petróleo, la forma como PEMEX, el Estado mexicano y la iniciativa privada pueden combinar su esfuerzo para que México crezca”. Conste.