Se nace hombre o mujer. Te
gestas y en tus condiciones biológicas te defines en esos géneros. El ser
humano es un ser social por naturaleza, trascendente e irrepetible, se
diferencia de los animales por su inteligencia y razón, como decía Aristóteles
“El hombre es un animal político”.
Puedes cambiar de idea.
Puedes cambiar de sexo, puedes incluso permanecer inamovible y dejar que el
mundo sea cual es, según la propia filosofía de Diógenes.
Si eres hombre y las
hormonas te "fallan" te conviertes en otro género, con tus mismas
cualidades; y, tal vez principios. Lo mismo una mujer. La existencia, en parte
de tu formación intelectual, consiste en
leer libros que explican cosas que
difícilmente llegan a los medios de masas. Son alternancias de la biología y
del cerebro. ¿En esos cambios de sexo, se modifican no tan solo hormonas, sino
neuronas y la visión cognoscitiva se
altera?
Si se forma uno dentro de
cualquier organismo político, el trasladar o cambiar a otro ¿cambia en ti la
percepción o ante los demás congéneres de tu actitud? De entrada en nuestro país,
no existe un partido de izquierda, existen
dificultades de apreciación en la forma y el fondo de hacer una praxis
de sobrevivencia y convivencia en el sistema social.
El caso de "bote
pronto" la ex jefa de gobierno del D.F. Rosario Robles, que militó en un
organismo político de "izquierda", lo contrario de derecha. Hoy se
muestra en la pasarela de un instituto que ante los ojos de los seres pensantes
ha estado bajo las críticas por su totalitaria indicación y forma de someter al
conglomerado; por sus prácticas dentro de la polaca, incluyendo en ello a sus simpatizantes, acarreados o
manipuladores; para no confundir el real término de la política, con “monárquicas”
condiciones.
La novela "El
gatopardo", del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Se cita
originalmente la frase de contradicción aparente: "Si queremos que todo
siga como está, es necesario que todo cambie". "¿Y ahora qué
sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo
será igual pese a que todo habrá cambiado" "…una de esas batallas que
se libran para que todo siga como está". Desde entonces, en ciencias
políticas se suele llamar "gatopardista" o "lampedusiano"
al político, reformista o revolucionario que cede o reforma una parte de las
estructuras para conservar el todo sin que nada cambie realmente.
¿Qué hombre del poder podría
estar preocupado por el avance de una clase social destinada a remplazar a la que
él pertenece? Ya no hay remplazo, ya no hay progreso histórico.
El ambiente de la grilla
mexicana, de indicaciones bastardas y sometimiento, salvo excepciones ha
tornado a sus “actores” además de cínicos,
sinvergüenzas, impúdicos, redomados pillos y sanguijuelas, algunos; otros
simple bufones de esa práctica o modo del quehacer de la política. Queda en la
moral y ética de cada integrante de esos partidos, en los articulistas, en los
opinadores y público en general asignarle es calificativo que se merecen, de
acuerdo a cada visión y personaje que haya hecho esa transmutación.
La jodida política, los
jodidos polacos y las jodidas bondades, han hecho de esto un país de desertores.