A Yaz, por su fortaleza y amor a la vida
Conocedor de los entretelones de la negociación legislativa, sin duda Felipe Calderón midió el alcance de las dos iniciativas preferentes enviadas al Congreso de la Unión la tarde del 1 de septiembre, cuando por vía del secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, entregó a los presidentes de las Cámaras de Diputados y de Senadores el sexto y último informe de su administración.
Sabe, por tanto, que las reformas a la Ley Federal del Trabajo y a la General de Contabilidad Gubernamental serán reformas a secas, no irán más allá en su marco constitucional porque las propias propuestas no entrañan esa ruta que, margen aparte, implicaría una senda que, en tiempo, iría más allá del último día de noviembre próximo, cuando concluya su sexenio.
Es evidente, por lo menos en el ámbito de la añeja insistencia de reforma laboral, una discusión barroca que ha servido para que el llamado sindicalismo independiente y sus panegiristas, se rasguen las vestimentas y hasta amenacen con una huelga nacional para frenar lo que consideran un atentado del PAN y del PRI contra los sagrados derechos de los trabajadores. ¡Ajá!
Mire usted, una de las máximas juaristas plantea: “Nada con la fuerza; todo con el derecho y la razón”. Y completa: “se conseguirá la práctica de este principio con solo respetar el derecho ajeno”.
Verdad de Perogrullo es, en consecuencia, el respeto a los derechos de los trabajadores y, por tanto, a su libre asociación gremial. Y Manlio Fabio Beltrones concretó el futuro mediato de la iniciativa de Reforma Laboral que no incidirá en el marco constitucional porque simple y llanamente no hay propuesta de reforma constitucional.
Sin estridencias, Manlio, coordinador de la diputación federal del PRI, atajó los aprestos de estos dirigentes que se visten de demócratas y proceden a imagen y semejanza de aquellos a los que han combatido, criticado e incluso defenestrado para perpetuarse en el cargo, como Francisco Hernández Juárez.
No hay duda que en esto de las movilizaciones recurrentes los últimos en enterarse de la causa por la que protestan, son los movilizados, los acarreados y maiceados con algunos pesos y un espacio en la tierra prometida.
Pero también hay legisladores que suelen mentir discrecionalmente, cobijados en el manto de la impunidad e incluso cierta complicidad de comunicadores que admiten una mentira y no la replican para no matar la nota. O simplemente no quieren percatarse del engaño discursivo.
Hace unos días, Ricardo Monreal Ávila, ahora coordinador de los diputados federales del Movimiento Ciudadano, aseguró que ya había dictamen de la iniciativa de reforma laboral y que estaba en manos de un priista. Por supuesto, primero lisonjeo a los reporteros de la fuente legislativa y les reconoció su labor en la cobertura de sus conferencias de prensa y las actividades de la bancada de MC.
En lo personal me pareció que ésa era una información importante, de primera plana. Imagínese usted que antes de discutir la iniciativa, un priista ya tenía el dictamen. Le pregunté a Ricardo quién en el PRI tenía el documento del dictamen.
Lo elemental: Monreal se salió por la tangente, evitó la respuesta y hasta presumió que él sabe cómo se las gastan en el PRI, pero no el reportero. ¡Vaya con el sabihondo Monreal! Es el mismo rollo, la misma línea discursiva de lanzar la piedra y esconder la mano, mentir y dar por sentado que al repetir mil veces la mentira ésta se convertirá en verdad.
Bajo esa referencia, ¿sabrán estos convocados a las marchas y el dizque paro nacional que no habrá reforma constitucional, es decir, que el artículo 123 no será tocado porque no hay propuesta en la iniciativa preferente?
Decíamos que Manlio Fabio, sin estridencias atajó esos barroquismos discursivos y puntualizó:
“Tal como establece la Constitución, este nuevo instrumento legislativo que es la iniciativa preferente no admite cambios de orden constitucional. Por lo tanto, habremos de aprobar las modificaciones a la Ley Federal del Trabajo que tienden a modernizar las relaciones laborales y fomentar la creación de empleo, pero no las que impliquen cambios a la Constitución.
“En consecuencia, cualquier cambio al artículo 123 constitucional y aspectos como el derecho de huelga o la autonomía sindical están descartados por razones de legalidad y, además, de principios que sostiene nuestro grupo parlamentario”.
Sin recovecos, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, ésta semana serán aprobados los dictámenes de las iniciativas preferentes enviadas por el presidente Calderón. En lo laboral habrá tiempo para consensuar la forma en que se combatirán opacidad y cacicazgos sindicales. Urge una reforma en esa materia. Sindicatos y líderes de toda índole tienen sus asegunes. No hay mal que dure cien años. Conste.