Los empresarios en este país
y particularmente el estado de Guerrero han tenido a lo largo de su existencia,
como sector organizado, una presencia relativa en el rubro económico y una
incipiente presencia en el ámbito político, lo cual se ha traducido en una
especie de fardo que les hace mucho más difícil su accionar para lograr los
propósitos principales que le dieron origen en el siglo XX como son: seguridad y empleo.
Cuando se hurga en la
historia sobre lo que representan los miembros de la Confederación Patronal de
la República Mexicana (COPARMEX), nos encontramos que esta clase empresarial
fue una especie de ente protegido por el gobierno quien prohijó su desarrollo,
crecimiento, diversificación y fortalecimiento.
En el siglo XX, los
empresarios fueron conducidos y auxiliados por los gobiernos posrevolucionarios
quienes provocaron con ello que las desigualdades sociales fueran más
evidentes, aunque es preciso decir que también fueron víctimas de la clase
política al negarles todo tipo de representación en el nuevo orden político,
surgido tras el triunfo de la Revolución Mexicana.
Los empresarios no tenían
mayor representación que la que le daba su actividad por lo que se redujo su
influencia al ámbito económico para lo cual los gobiernos en turno los
consultaban cuando tenían que hacer algunas reformas legales y que impactaba
dentro de su ámbito.
Fue en el años de 1929
cuando se crearon las cámaras y confederaciones industriales y de comercio y
fue en este mismo año cuando se integra la Coparmex, la cual tiene una
insuficiente participación política a través de los partidos políticos
representados en el Congreso de la Unión.
Sin embargo sus actividades
desplegadas a lo largo y ancho del país lograron atraer la atención oficial
medio siglo después cuando los gobernantes en turno y a consecuencia de la
crisis de la deuda del año 1982 los catapultaron como actores principales y
como únicos beneficiarios del nuevo modelo de desarrollo en la nueva era de la
globalización.
Como todos lo recordarán,
las recurrentes crisis económicas que ha sufrido el país debilitó a los
gobiernos pos revolucionarios al grado tal que por primera vez en la historia
nacional, el partido oficial perdió la presidencia de la República en el año
2000 y en su caso los empresarios, pequeños y medianos se rebelaron e
ingresaron abiertamente a participar en política activa enarbolando las
banderas de los partidos de Acción Nacional (PAN) y Revolucionario
Institucional (PRI).
Sin embargo, si bien es
cierto que la transformación de la clase pudiente (económicamente hablando) en
México se dio en forma abrupta, también lo es que no tuvieron la visión
adecuada para ampliar su radio de acción y fomentar la mística empresarial en todas
y cada una de las entidades del país y principalmente en ciudades
económicamente activas y pujantes como lo fue en su momento el estado de
Guerrero y sus ciudades como Acapulco y Zihuatanejo considerados los
principales polos de atracción turística internacional de México a mediados del
siglo pasado.
Los líderes empresariales concentraron
su accionar en entidades masivamente pobladas como fueron y son los estados de
México, Distrito Federal, Jalisco y Nuevo León.
Mayor fortaleza lograron las
centrales empresariales, entre otros el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios
aparecidos en 1962 o el Consejo Coordinador Empresarial surgido en 1975 y por
supuesto la Coparmex, tras la transformación del presidencialismo mexicano el
cual tuvo su primera recaída en el año de 1997 cuando el partido oficial no
logró obtener la mayoría en el Congreso de la Unión, lo cual hizo posible
llevar a cabo negociaciones si bien lentas y difíciles con el poder legislativo
pero en el marco de un ambiente de cambio y sobre todo democrático.
Los empresarios mexicanos
estuvieron obligados a reorientar sus negociaciones con los poderes para
impulsar nuevas políticas públicas en beneficio del país, aunque también es
verdad que esta clase de trabajo no se logró repicar en ciudades y entidades de
México donde la representación empresarial estuvo sioempre vigente, como es el
caso del estado de Guerrero.
No olvidemos que ha sido una
tarea ardua de la clase empresarial del país el poner el dedo en el renglón
sobre la necesidad de que los legisladores federales lleven a cabo la
discusión, el debate y la puesta en escena de nuevas legislaciones que hagan
mas productivos los sectores energéticos, laboral y fiscal, temas que pudieron
parecer tabú en los últimos tres lustros del siglo próximo pasado y que hoy a
12 años del nuevo siglo XXI, los temas continúan siendo vigentes y de
actualidad y están a debate nuevamente.
Pero si el trabajo
empresarial en este naciente siglo XXI sigue siendo difícil tras los cambios
que ha sufrido el país tanto en lo político, social, económico y cultural,
mucho mas difícil es el accionar de los empresarios locales tanto de la
Coparmex, como de la Canaco la Canacintra u otros organismos, mismos que han
tenido un camino sinuoso y tortuoso frente a políticos de viejo y nuevo cuño
que no han logrado trascender el estatus de jerarcas a la de coordinadores de
los esfuerzos de la sociedad en su conjunto.
Así lo hemos constatado ante
los informes que ha rendido en los últimos años el dirigente de la Coparmex,
capítulo Acapulco, Fernando Vargas Lozano, quien con una visión diferente a lo
que debe ser un organismo empresarial ha tratado de influir entre sus socios e
interlocutores para lograr cumplir con los objetivos de la organización que
son: representar, servir, formar,
comunicar, unir, defender, proponer y participar.
La energía de este joven
emprendedor ha sido en cierto modo bien dirigida al no declinar en su intención
de que los empresarios deben tener un campo fértil para que se puedan crear los
empleos necesarios y con ello promover el bienestar social, aunque esta empresa
les resulte complicada llevarla a cabo por los múltiples factores externos que
frenan el desarrollo empresarial, tanto por los engorrosos trámites oficiales como
la propia inseguridad laboral y pública que padecemos o las corruptelas en que
incurren funcionarios de los diversos niveles de gobierno.
Y si anteriormente los
sectores intermedios de la sociedad eran consultados por las autoridades a fin
de llevar a cabo reformas legales o emprender obras públicas que representen un
avance para la entidad o la ciudad en donde se realicen, hoy día son ignorados
con consecuencias negativas para la ciudadanía ya que con prácticas populistas, los
gobernantes continúan en el ejercicio del poder como si en el país nada hubiese
cambiado.
Guerrero es quizá una de las
entidades del país en donde los gobernantes no han logrado ponerse a la altura
de la modernización del país y todavía continúan actuando en base a las caducas
prácticas de los caciques regionales y con la idea de que siendo autoridad todo
lo pueden lograr sin importar pasar por encima de la voluntad ciudadana.
Y en este sentido, el ejemplo mas práctico y a
la mano que tenemos es el reciente acto realizado por el gobierno estatal al
firmar con un grupo de ejidatarios la no
construcción del proyecto hidroeléctrico denominado La Parota y que vendría no solo a resolver los problemas de la
falta de electricidad en esta región del país sino a abaratar los costes del
servicio de agua potable que hoy día es uno de los insumos que encarece la vida
en la ciudad y puerto de Acapulco y que si no se atiende a tiempo podría ser
uno de los puntos débiles para continuar con un desarrollo y expansión en la
actividad turística estatal.
La renuncia de la autoridad
a no emprender una obra de vital importancia debió, cuando menos, tener la atención
para que en consulta popular los ciudadanos involucrados, afectados o
beneficiarios de ese proyecto vertieran su opinión y en base al resultado de
dicha consulta proceder en consecuencia. Una vez mas la autoridad impone su
criterio y sin previa consulta, frena el beneficio que traerá esta obra.
Los empresarios encabezados
por Vargas Lozano hicieron ver el error al gobierno sobre esta errónea decisión
tomada y como respuesta lo que se ha obtenido es un monumental silencio que es
contrario a la praxis diaria de un gobernante como el que tenemos ahora en
funciones.
Nuevamente los empresarios
tendrán que empezar a construir los puentes necesarios con los demás poderes a
fin de tener una interlocución válida y lograr mediante procedimientos
legislativos avanzar en las áreas que han sido desdeñadas o poco atendidas por
el gobierno actual quien hoy se dedica mayoritariamente a intervenir en actos
políticos partidistas o atender casos urgentes o de bote pronto y no se aplica
para dar atención a los procesos productivos y a los emprendedores que
requieren el apoyo y la influencia gubernamental para lograr sus propósitos que
van emparejados con el interés oficial de ofertar empleo a los ciudadanos y
crear un ambiente social y laboral sin confrontaciones y sobre todo aplicar su
vigor para que esta parte del país de vocación turística mantenga su posición
frente al turismo nacional e internacional creando un ambiente de seguridad
pública envidiable, lo cual no es mucho pedir.
Los empresarios en Guerrero
deben ser atendidos y otorgarles las facilidades necesarias para que realicen
su trabajo que no es otro mas que el crear riqueza. Es el gobierno el encargado
de proveer a estos de todo lo necesario para que cumplan con su misión.
Periodista/Analista
Político* observar@gmail.com