De acuerdo a la Ley en la entrega y recepción de
administraciones gubernamentales y recordada por el Contralor del Gobierno de
Ángel Aguirre Rivero, en Guerrero, Julio César Hernández Martínez, "Los
presidentes municipales tienen la obligación por Ley y porque son presupuestos
etiquetados, deben pagar la última quincena y al aguinaldo" Clara y contundente la sentencia del funcionario estatal;
agregando que “de no cumplir se procederá a aplicarles la misma Ley.
Carlitos Armandito Bello Gómez, lamentablemente
presidente municipal de esta comarca cafetalera, tuvo el incorrecto momento y mal
entendió o distorsionó las preliminares clases de contabilidad –y se lo digo como maestro
universitario- que son las de guardar ética en los quehaceres laborales. Como
son: Ética, Derecho Empresarial y Contabilidad Gubernamental, por nombrar
algunas materias específicas. Pues los números no le cuadran; las “etiquetas”
presupuestales violadas; el dinero de la sociedad -el de obra social- lo “revuelve
o entendió mal el termino “lo mezcla” con el propio-, (para sentirse rico o tal
vez millonario seductor), no es la suma de lo aplicado. En fin, que se enredó
el contador, pero para sus bienes personales.
El señalado ni ha pagado a los trabajadores sus salarios,
menos el aguinaldo, pues como al tramposo, el dinero se le hizo agua y se le
diluyó entre las manos. Y eso tiene un nombre en la Ley; pero más, ante las
autoridades judiciales. Él lo sabe y debe responder como funcionario. El tiempo
se acorta, y las prisas no le alcanzan. Menos a su séquito de personalidades de
la contabilidad que al igual que él, la lista de la nómina la escondieron tan
bien. . . ¡que no la encuentran! Gajes del oficio. Como maestro, los repruebo,
sin derecho a examen extraordinario.
Hoyanco, frente al Cbetis//Foto Grado Cero Press, |
Pues resulta que el presidente; bueno, el servidor
público, no ha pagado nada; pues el dinero no le aparece. Ni el gobierno
federal le ha dado dinero, pues le conocen sus mañas. Lo mismo la entidad
federal, que le ha retardado el billete, para “saldar” lo que él dice que debe
y no la realidad que debe.
Hombres y mujeres de la libre empresa, negociantes,
maestros de obra, profesores de talleres, prestadores de servicios de diversos
giros, le demandan pagos de manera y forma inmediata, a quien con labia le
solicitó y aquellos de buena fe, le otorgaron enseres y servicios. Hoy, solo requieren
saldar esos servicios. ¡Pagar! ¡Cobrar!
Desconociendo los afectados las malas costumbres,
los adulterados hábitos y las conductas dispersas que conforman la ética del
mencionado, pues son los resultados que hoy exigen y emplazan al pago inmediato
de las deudas. Ante el fraude cometido, por Bello Gómez, se espera que haya una
autoridad que asuma su creíble papel para avanzar en la democracia.
Distanciado de quien se dijo traicionado, el senador
Armando Ríos Piter -uno miente y el otro engaña- ello le cerca y cierra el paso
para lograr contactos creíbles que puedan ayudarle en este difícil transitar
que lo alejó de una añorada diputación local. Entre la espada y la pared, por
el PRD, que hizo como el estómago los alimentos y de una Morena, alejado como
bicho raro, por su refrendable traición y deslealtad a quienes les apoyan, lo
mantienen alejado, retirado. El primer edil se asemeja a la anécdota del
alacrán y el caimán; así es su naturaleza. Hoy enfrenta discordias y
apasionamientos.
Ah!, los dos hoyos que nunca pudo cerrar Carlitos Armandito, fueron, el localizado frente
al Cbetis 216, sobre el bulevar “Juan Álvarez” del carril para transitar para
salir de esta ciudad, mismo que por no contar con la responsabilidad de
realizar su trabajo -pues como se observa no vino a trabajar por Atoyac, sino a
estabilizar la economía de los Bello y demás familia- para poder apuntalarlo y
pavimentarlo. Lo que provocó infinidad de accidentes vehiculares y humanos. El
último una unidad de un circo que ya se iban de la ciudad, tuvo la “osadía” de
caer en ese hoyanco “pinche chofer, que no se da cuenta” dicen que dijo al
enterarse del hecho.
Y el otro hueco, el de su bolsillo, que no tuvo
llenadera. . .